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Alejandro Páez Varela

28/01/2013 - 12:00 am

EPN y la violencia: Al final, la porquería flota

Momento 1: El 5 de septiembre de 2011, en un acto que habrían envidiado Barack Obama o Vladimir Putin, Enrique Peña Nieto presentó su VI y último Informe de Gobierno rodeado de celebridades, mandatarios estatales y la clase política del PRI y de otros partidos, incluyendo líderes charros e invitados especiales. Habló sobre cómo se […]

Momento 1:

El 5 de septiembre de 2011, en un acto que habrían envidiado Barack Obama o Vladimir Putin, Enrique Peña Nieto presentó su VI y último Informe de Gobierno rodeado de celebridades, mandatarios estatales y la clase política del PRI y de otros partidos, incluyendo líderes charros e invitados especiales. Habló sobre cómo se había disminuido la violencia en el Estado de México durante su administración. Se sacó cifras que los medios difundieron alegremente al día siguiente.

Sin embargo, Peña Nieto mintió. Quien lo agarró en el engaño fue la prestigiada revista The Economist. En un artículo publicado poco después, el 22 de septiembre, dijo que una parte del informe del entonces Gobernador  fue “no menos que sorprendente”: se atrevió a presumir que durante su mandato de seis años se redujo en más de la mitad el número de homicidios.

Peña Nieto, textual:

“Uno de los logros más ilustrativo que hemos tenido es la reducción en la tasa de homicidios dolosos, por cada 100,000 habitantes, al pasar de 16.5 en 2005, a 7.6 en 2010. El resultado no es menor, considerando que en los últimos 5 años la respectiva tasa a nivel nacional subió de 10.6 a 21.9 homicidios por cada 100,000 habitantes”.

La revista no se quedó con la cita. Le hincó el diente a las cifras del VI Informe, y luego se burló: “Fue particularmente sorprendente –la afirmación del ahora Presidente– dado que la tasa de homicidios a nivel nacional se duplicó durante el mismo periodo”. Agregó:

La afirmación es absolutamente falsa. Los números que aparecen en el Informe del señor Peña son en realidad las cifras oficiales, pero no hacen mención de una revisión estadística realizada en 2007, que redujo a la mitad la tasa de asesinatos. Se puede ver un desglose, mes por mes, en el sitio web del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), un organismo federal. Si se compara diciembre de 2006 contra enero de 2007, cuando se introdujo la nueva metodología, se verá que el número de asesinatos en el Estado de México se redujo, por arte de magia, en 62% en el lapso de un mes”.

Luego, el reportero de The Economist, T.W., contó: “Me di cuenta de esto cuando escribí una historia sobre el crimen en el Estado de México hace unos meses. Asistentes del señor Peña me explicaron que la revisión implica muertes que habían sido erróneamente clasificados como homicidios (los suicidios, accidentes, etcétera). Me dijeron que confían en que, en el tiempo, la nueva metodología sea más precisa, y podrían tener razón. De lo que nadie puede dudar es que esto no tiene sentido y engaña el comparar los asesinatos después de 2007 con los de antes, ya que se midieron en formas completamente diferentes”.

El periodista preguntó: “¿Qué pasa si nos fijamos en las tendencias del asesinato en ese estado desde 2007 hasta ahora, utilizando una metodología consistente?”. Él mismo se respondió: “De acuerdo con el SNSP, en 2007 hubo 1,127 asesinatos, contra 1,153 en 2010. Tomando en cuenta el crecimiento demográfico, esto quiere decir que la tasa de homicidios per cápita permaneció bastante plana, un buen resultado dado los bien documentados problemas de México en materia de seguridad pública” en el sexenio de Felipe Calderón.

Últimamente, sin embargo, las cosas han tomado un giro para empeorar, abundó T.W. en su texto. “Si nos fijamos en las cifras de los primeros siete meses de 2011 –que son enumeradas por el SNSP, pero, curiosamente, no están en el Informe del señor Peña– se ve un aumento reciente y alarmante en los asesinatos en el Estado de México”.

Más cifras: “Entre enero y julio de este año [2011] se registraron 837 asesinatos, 40% más de los 597 cometidos durante el mismo periodo de 2007, al comienzo del mandato del señor Peña. Incluso teniendo en cuenta el crecimiento demográfico, esto significa que la tasa de homicidios en el Estado de México se incrementó considerablemente con el señor Peña. ¿Continuará afirmando lo contrario?”, concluye el periodista.

Poco después, Peña Nieto reconocería su “error” a la misma revista. Pero la corrección de los datos no tuvo siquiera eco.

La información falseada ya había circulado profusamente gracias a los medios “tradicionales”, siempre tan atentos a lo que dice el político-de-moda-en-turno.

***

Momento 2:

En un amplio artículo publicado en The Washington Post, José Miguel Vivanco, director de la División de las Américas de Human Rights Watch, dijo la semana pasada, entre otras cosas:

“Peña Nieto ha expresado su deseo de no romper con Calderón en la ‘guerra contra las drogas’ y se centra en la reducción de la violencia. Pero el Presidente de México no ha dicho cómo va a hacerlo, o cómo va a frenar los abusos que han alimentado el problema. En cambio, ha parecido más centrado en cambiar la discusión lejos de la seguridad, y más hacia la economía”.

***

Momento 3:

La siguiente nota casi no tuvo eco. La publicó este fin de semana el periódico Reforma.

Decía que el presidente de la Comisión de Justicia del Senado, Roberto Gil Zuarth, reprobó “que el Gobierno federal busque dosificar la información sobre hechos violentos que ocurren en el país al señalar que con ello sólo pretenden generar la percepción de que la situación está mejorando”.

Cita de Gil Zuarth: “Me parece que la intensión del nuevo Gobierno es simplemente ocultar el fenómeno de la inseguridad, ocultar las cifras, los datos, los diagnósticos, con el propósito de generar la percepción de que ya resolvió el problema. Pero el hecho de que no se hable de seguridad, o no dé una explicación de lo que pasa en el país, no va a ser la ruta por la cual se va a resolver el tema de la inseguridad. Es responsabilidad del Estado enfrentar al crimen organizado, a todas la expresiones de delincuencia y es una responsabilidad democrática dar cuenta de sus resultados y del camino que falta por hacer”.

El jueves pasado, el subsecretario de Normatividad de Medios de la Secretaría de Gobernación, Eduardo Sánchez, dijo que la administración de Peña “no hará apología de la violencia en su estrategia de comunicación”.

Gil Zuarth respondió: “El propósito del nuevo Gobierno es encontrar justificaciones políticas a un hecho que es incontrovertible, tan es así que ellos no han modificado la estrategia e incluso vemos la decisión de enviar al Ejército al Estado de México por los niveles de violencia, pero vemos una resistencia a dar cuenta y explicación de las acciones que va a realizar para mitigar la inseguridad”.

Digo, tampoco el Gobierno de Calderón (y de Gil) fue tan pródigo. Se ocultó 6 años la información de los desaparecidos, por ejemplo. Pero, bueno, la cita vale.

La Senadora del PRD, Angélica de la Peña: “Lo que no se puede hacer es tapar el sol con un dedo. Hay una situación de violencia innegable, es un problema nacional y lo que se tiene que hacer es atender las causas. Decir ‘ya no hablen tanto de esto’, pero sin resolver el problema de fondo, me parece que puede resultar simplemente demagógico, pero imposible además de lograr”.

La presidenta de la Comisión de Transparencia y Anticorrupción en la Cámara de Diputados, Arely Madrid Tovilla –obviamente del PRI–, dijo:  “Muchas veces es mejor no informar todo lo relacionado a violencia o hechos trágicos a la opinión publica para no generar alarma entre la población”.

“Se hace [no informar] no por ocultar. Cuando pasan desastres, y yo lo viví como Secretaria de Gobierno, cuando suceden algunos desastres, no se muestra una cantidad [de información] de golpe y porrazo para no espantar a la ciudadanía. No se está maquillando nada […]. Hay que tener mucho cuidado para no estar espantando a una sociedad”.

***

Puedo abundar poco respecto a esto. Allí están las citas, allí están los datos.

Sólo diré que Peña Nieto manipuló información esencial en el Estado de México, y ahora nos estalla la bomba: Unos 80 muertos en lo que va del año; y no sabemos si son más, seguramente sí.

Hay muchas frases que aplican. Una común es: “No se puede tapar con un dedo”. Mi favorita es otra. Y perdónenme si la expreso tal y como es –que conste que yo mismo la modifiqué para la cabeza de esta columna–: “Al final del día, la caca flota”.

Entiendo que la frase es muy escatológica y poco correcta. Pero no por eso, es menos cierta.

Al final del día, la caca flota. Tal cual. Pregúntenle a Eruviel Ávila si no.

@paezvarela

www.alejandropaez.net

Alejandro Páez Varela
Periodista, escritor. Es autor de las novelas Corazón de Kaláshnikov (Alfaguara 2014, Planeta 2008), Música para Perros (Alfaguara 2013), El Reino de las Moscas (Alfaguara 2012) y Oriundo Laredo (Alfaguara 2017). También de los libros de relatos No Incluye Baterías (Cal y Arena 2009) y Paracaídas que no abre (2007). Escribió Presidente en Espera (Planeta 2011) y es coautor de otros libros de periodismo como La Guerra por Juárez (Planeta, 2008), Los Suspirantes 2006 (Planeta 2005) Los Suspirantes 2012 (Planeta 2011), Los Amos de México (2007), Los Intocables (2008) y Los Suspirantes 2018 (Planeta 2017). Fue subdirector editorial de El Universal, subdirector de la revista Día Siete y editor en Reforma y El Economista. Actualmente es director general de SinEmbargo.mx

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